Durante la clase de hoy se nos ha propuesto escribir diferentes conflictos que ocurrían en nuestro instituto de una forma bastante peculiar y dinámica. Antes de nada, tenemos que ser conscientes de la gran cantidad de alumnos que conforman un aula, de la diferencia de sus personalidades y, por lo tanto, de lo complicada que puede ser la convivencia en el aula. A lo largo de la actividad diversos confictos han surgido, de los que destacan romper mesas, tirar borradores, agresiones entre alumnos y de alumnos a profesores o arrojar objetos por la ventana, ente otros muchos. Es decir, como podemos observar, aunque se intente controlar, es imposible impedir los conflictos. Sin embargo, sí se pueden ir reduciendo poco a poco.
Una de las formas más eficaces para reducir el numero o gravedad de conflictos de forma progresiva es mediante charlas con situaciones ejemplificadas. Con esto me refiero a intentar transmitir a nuestros alumnos la necesidad e importancia del cuidado del material escolar o del respeto hacia nuestros compañeros y profesores. Mediante el uso de ejemplos reales, la compresión se vuelve mucho más sencilla.
Desafortunadamente, la solución anterior no siempre resulta efectiva. Es por ello por lo que en determinadas ocasiones se requiere la ayuda de los 'cargos directivos' para solucionar estos conflictos. Esto no tiene por qué implicar un castigo hacia el alumno (siempre dependiendo del tipo de conflicto que hayan creado), sino simplemente una charla profunda con el/la orientador/a o el/la jefe/a de estudios y, si fuera necesario, el/la director/a, de tal forma que les 'asuste' en cierta medida, pero al mismo tiempo les haga entrar en razón. Es imprescindible la ayuda de estas figuras en algunos casos al ellos actuar como 'figuras de más autoridad' sobre los alumnos, haciendo que estos sientan un fuerte respeto y, por lo tanto, obedezcan más las directrices que les marquen.
Sin embargo, hay casos extremos en los que estas medidas no son suficientes. En este caso se procedería a un estudio profundo y preciso de la situación del alumno, barajando la posibilidad de proceder a la expulsión durante un numero finito de días o, por el contrario, expulsión completa del centro. Esta medida debería ser la extrema y, como acabo de mencionar, es muy importante valorar la situación en la que este alumno tan conflictivo se encuentra.
Hay que destacar que toda medida aplicada y llevada a cabo sobre alumnos conflictos debe llevar consigo un informe psicológico. Así, se puede comprender de una forma más precisa los motivos de ese comportamiento.
Espero que os haya gustado este post. Sin embargo, os mentí un poquito al principio. Seguramente no sea mi último post. Espero seguir informándoos sobre noticias de interés biológico (¡que ya sabéis que me encanta!) y demás curiosidades que se vayan cruzando durante mi largo y próspero camino en esta profesión.
¡Un saludo a todos!
Estoy de acuerdo contigo. Cuando se presenta un conflicto en el aula es necesario tener una charla con los alumnos e intentar que comprendan que determinada situación no es la correcta o que no están yendo por el camino correcto. La última medida que debemos adoptar es la expulsión del centro ya que, aunque sea por unos días, estamos privando al alumno del contacto con sus compañeros y estamos mermando sus habilidades sociales.
ResponderEliminarLa verdad es que me has hecho reflexionar sobre este tema y sobre la importancia del diálogo que, en mucos casos, se tiene olvidado.
Te animo a que no sea el último post que hagas ya que tu blog me encanta. Un saludo